Writings

"La Siempre Habana", by Félix Pita Rodríguez, 1977. (view)

"Las Arquitecturas del Deseo", by Andres de Luna, 1995. (view)

"Havana is Woman"by Pablo Armando Fernández, 1988. (view)

"La Siempre Habana", by Jorge de la Fuente, 1995. (view)

"Luis Miguel Valdes, 50 Años", by Frémez (José Gómez Fresquet), 1999. (view

"Retrospectiva Digital", by Sandra González, 2002. (view)

"Imágenes que cuentan historias", by Redacción Revista Arte y Artes, México, 2004. (view)

"Decanting"by Rafael Pérez y Pérez, 2006. (view)

"Decanting"by Andrea Guerrero, 2006. (view)

"Ctrl+Alt+Del: Borrón y Cuenta Nueva"by Andrea Guerrero, 2006. (view)

"Luis Miguel Valdes ya no es un bicho raro", by Estrella Diaz, 2006. (view)

"Refrescando a Luis Miguel", by Virginia Alberdi Benítez, 2006. (view) 

"Luis Miguel Valdés: Painting Is Life"by Hortensia Montero, 2016. (view)

  

Writings 

"La Siempre Habana", Exposición Personal en Galería Habana, 1977 
by Félix Pita Rodríguez

La primera vez que el hombre aspiró a perennizar sus sueños, lo intentó grabándolos en la piedra dura de las cavernas, símbolo mágico, talismán propiciador o sortilegio para lograr oscuros o indescifrables fines, el grabado está allí, en el alba del hombre sobre la tierra, precediendo o anunciando a todas las artes plásticas. Sobre la piedra, sobre el hueso, más tarde sobre metal, lo hallaremos siempre, jalonando el largo camino del arte en el discurrir de los siglos. Cuando con Rembrandt, Durero, Goya, Piranesi, alcanza sus más altas cimas, nos obliga a pensar que el artista acudió a él como a la única forma de expresión plástica capaz de soportar la oscura violencia de su fuerza creadora. ¿Podríamos acaso imaginar a "Las tres cruces", "La melancolía", los "Caprichos o "Las prisiones” alcanzados por otros caminos?

Tal vez no sea posible hallar entre las artes plásticas medio expresivo tan cargado de dificultades a vencer, de obstáculos a sortear, de añagazas y trampas a burlar. Pero tampoco podríamos encontrar otro capaz de proporcionar al creador, una vez ganada la meta propuesta, alegrías comparables, satisfacciones mayores.

Esta muestra de Luis Miguel Valdés Morales que el Ministerio de Cultura se complace en presentar en la Galería Habana nos adentra con mucha claridad por vías escabrosas, de difícil andar, que el grabador ha de recorrer con en seguro, sin timideces ni vacilaciones, antes de aprisionar en esa cárcel de líneas que no admite titubeos el sueño perseguido.

Sin proponérselo, sin hacer gala de su maestría el taller, sin que podamos verle la urdimbre soterrada que los sostiene, y ésta es una de sus excelencias mayores, los grabados de Luis Miguel nos dejan sin embargo asomarnos al laborioso y largo proceso que los hizo posibles. Pero lo que detiene y apresa nuestra mirada es lo que esa pericia técnica logró, al transmutarse en obra de limpio linaje artístico. Y esto, aspiración suma de todo verdadero artista, lo encontraremos una y otra vez a lo largo de esa excelente muestra.

Casi todas las formas posibles del grabado están presentes en ella. La madera, la litografía, el linóleo, el metal, tratados por igual con singular maestría, se hacen vehículos hermosos para la creación artística, embridados por un dibujo sutil y delicado a la par que vigoroso y definidor, y realzados, en sabia dosificación por un color de tierno lirismo que no olvida nunca los cauces severos que le fija el grabado, nos entregan, en suma admirable, una obra ya en plena madurez anunciadora de nuevas cosechas futuras.

   

"Las arquitecturas del deseo", 1995
by Andrés de Luna

El paisaje es una huella que se borra al paso de las lenguas del tiempo. Las ciudades parecen esfumarse en el vaivén de las épocas. Por esta razón, los artistas han tratado de contrarrestar esas erosiones por medio del imaginario. Lawrence Durrell concretó una Alejandría que poco tiene que ver con la original, y eso nada importa, para poner un ejemplo; mientras que Luis Miguel Valdés construye su utopía en La Siempre Habana, lugar donde las piedras ceden el paso a los cuerpos, entonces la carne se transfigura en imagen que va de la mustia sacralidad de los recintos a la interpretación en la cual todo confluye para atrapar pechos, caderas, piernas y sexos en su apertura íntima. Porque Luis Miguel pinta con un ojo al gato púbico y otro al garabato que es hendidura vaginal.

Valdés labora en un conjunto de obras donde La Habana queda habitada por el soplo del deseo. Por ello las piedras se mecen y forman la serpiente feliz que transgrede conciencias y hace de la catedral un pretexto infinito, una polvadera que se recompone en delirio, en trazos que hablan de esa, fantasía febril que se cuela por todas partes. En los grabados, en los dibujos, en los cuadros de caballete, Luis Miguel forja su Habana, la invoca y la desboca por esos rumbos donde la mitología pierde su nombre casto y se convierte en fuego. Valdés conjuga anatomías con arquitecturas y el resultado de esa unión es atmósfera de desvelo: sol de los días y aprecio de las noches. Por esto, Luis Miguel Valdés confirma su arte en medio de esos ritmos candenciosos del amor profano.

   

"De La Siempre Habana con Amor", by Pablo Armando Fernández, 1995.

Que un artista intente recuperar para sí mismo y para quienes quieran compartirlo, el seno que nutriera su ser y lo haga conjugando aquellos elementos que artísticamente lo configuran, es obra de gran creación. Hela ahí. De esa matriz: el Instituto Superior de Arte y el Taller de Gráfica de la Plaza de la Catedral, surge el cuerpo de la ciudad de Luis Miguel Valdés, su Habana. Ciudad que era muy joven en los días del pintor francés Fréderic Mialhe y del poeta cubano Muñoz del Monte: "Su gloria es el presente, su anhelo el porvenir", verso que aún constituye una revelación.

Otros Artistas y poetas han puesto su mirada en los dibujos y las veladuras "donde demasiada luz forma otras paredes con el polvo" (Eliseo Diego), y al evocarla han sentido, como Muñoz del Monte, la desgarradura de saberse ausente de "la tierra del deleite, del fuego y del amor". Pero son los plintos y capiteles de las columnas, los nichos y cúpulas, las bóvedas y arcos de esas edificaciones matrices, que albergaron los sueños, las ilusiones y las esperanzas del joven Luis Miguel, los que forman ese cuerpo real, humano, femenino, en espera de darse y recibir. Pura piedra esculpida que acoge el anhelado agente germinador.

Luis Miguel Valdés ve y siente su ciudad como algo activo, vital, concebidor. Por eso, La Habana es mujer. Hembra procreadora, no rehuye el gozo ardiente y amoroso de la cópula que mantiene activas las fabulosas fuentes de la continuidad. De materia y color superpuestos, entremezclados, de piedra labrada y hierro, de castaño claro, azafrán oscuro y azul sepia surge la escultura de la ciudad que Luis Miguel Valdés con sus manos recrea para nuestros ojos, como un canto de alabanza a quienes secularmente la han dotado de vida, de memoria y esperanza.

    

La Siempre Habana, by Jorge de la Fuente, 1995.

El arte cubano actual, como toda la vida espiritual de ese país caribeño, es le resultado de múltiples transculturaciones, de insólitas simbiosis y de un peculiar sincretismo que motivó al gran sabio Fernando Ortíz a referirse a la cultura cubana como un "ajiaco", feliz metáfora gastronómica que recoge la fusión de componentes de diversa procedencia y carácter.

La poética de Luis Miguel Valdés y su modo de encarar artísticamente la mitología criolla exploran un lado insospechado quizás por evidente- de esa mixtura de lo humano y lo divino, de lo corpóreo y lo trascendente, que forma la cotidianidad visual del cubano. Se trata, por un lado, de la articulación estética de la sensualidad femenina con la solidez telúrica de las columnas, nichos y torres de la arquitectura colonial habanera. Frente a la tendencia más común de vincular lo erótico con la naturaleza -como en el caso de Serrando Cabrera o Ernesto García Peña-, Luis Miguel descubre en las redondeadas columnas, en el movimiento barroco de las fachadas y en las oquedades sugerentes de los muros aquellas correspondencias que recuerdan "las sensuales líneas de tu cuerpo hermoso" a las que cantó el poeta.

Por otro lado, estamos en presencia no solo de articulaciones plásticas y de con tactos de superficie sino también ante todo un repertorio de integraciones formales y de sugerencias eróticas en donde no sabemos donde acaba la piel y empieza la piedra.

Luis Miguel Valdés ha logrado elaborar todo un lenguaje de formas en el que el aspecto constructivo y composicional domina la totalidad de la representación y permite disponer los elementos visuales-color, línea y figura -en un orden de coherencia que acentúa las paradojas que hacen atractivos sus temas. El enfoque de la sensualidad, sin embargo, desde la perspectiva del entorno urbano comporta una contradicción: sensualizar los muros y el ladrillo y mirar el cuerpo como entidad construida.

Pero en esa fusión -y en esas contradicciones- radica buena parte del encanto de esa ‘siempre Habana’ que como la mujer, no oculta "los ritmos ni la vitalidad de su arquitectónico cuerpo".

   

Palabras de José Gómez Fresquet (Frémez) en la inauguración de la exposición personal de pintura La Siempre Habana de Luis Miguel Valdés en la Galería Habana, la Habana, Cuba, 12 de febrero de 1999.

Buenas tardes,

Podría parecer que todos los que estamos aquí hemos venido a lo mismo, pero no es así en todos los casos. Ustedes están aquí para inaugurar una muestra de trabajo de Luis Miguel, y para celebrar su cumpleaños: Yo no he venido para eso, mi presencia tiene otra motivación:
yo estoy aquí hoy para pagar una deuda de gratitud. Y quiero hacer un poco la historia de esta deuda.

Todo comenzó hace muchos años, Luis era jovencísimo, y yo también, pero ya no tanto, como diría Fayad Jamis ya la vida me había dado palos. Corría la década del 60 cuando lo conocí, siendo estudiante (claro, el estudiante era Luis Miguel) ya en esa época no estaba para estudios.

Luigi llegó a la casa de la Coronela, traído de la mano por Silvia Flamand, siempre amenazado por el hambre, unas veces de comida, otra de materiales para trabajar y siempre, inevitablemente con un hambre visceral de hacer cosas, de emprender proyecto, de buscar y ganar su espacio bajo el sol.

Desde esos días se empezó a acumular mi deuda impagable con Luis Miguel, Luis me facilitó algo que ha marcado mi personalidad, que con los años se fue convirtiendo en una segunda naturaleza para mí. Fue la amistad y el trato continuo con Luis Miguel, con su nobleza intrínseca y su vocación indeclinable, y a través de Luigi con casi todos los que estudiaban en la ENA, que pude acercarme a los problemas y a los sueños de su generación, a sus traumas y alegrías y sobre todo a compartir los éxitos y frustraciones de esa primera generación de artistas formados en las recién estrenadas escuelas de Arte. Ese contacto vitalizador con los nuevos artistas se me hizo imprescindible para mantenerme al día, para de alguna manera conservar yo la frescura y la imprescindible irreverencia de la juventud.

Ese vínculo fue convirtiéndose en algo más, se convirtió en una amistad que logró salvar muchos escollos y en una relación profesional que nos ha llevado a emprender innumerables proyectos juntos.

Hoy, Luigi no es tan joven se supone que la deuda no siga acumulando intereses, pero aun sigue incrementándose, porque Luis sigue siendo el mismo, aferrado a sus objetivos primarios de artista adolescente, con la terquedad y la tenacidad con que lo conocí. Su entusiasmo vital no ha menguado.
Esa es la deuda, mi deuda y creo que con esta confesión no queda ni quedará nunca saldada.

Es de suponer que hagamos un recuento de su trayectoria, pero realmente, si voy a ser sincero, me NIEGO, no es posible hacer un recuento del trabajo de un artista que hoy que cumple cincuenta años sigue siendo el mismo soñador adolescente, aunque el trate de enmascararse para darnos la apariencia de otro Luis Miguel, sigue soñando su sueño único hacer arte, su arte, contra viento y marea y en ocasiones contra las opiniones de hasta sus amigos más queridos. Salta de una disciplina artística a otra con la gracia y el dominio imberbes, grabador insigne, diseñador digital, pintor y en los últimos tiempos, escultor. Todos los días se plantea un reto distinto.

En fin, cabría preguntarse qué segmento del arte ha quedado virgen para este joven creador de cincuenta años.

Hoy estamos ante su pintura más reciente, realizada en tierras mexicanas, a la orilla de la plaza del Zócalo y de Teotihuacán pero siempre su ciudad, La Habana, (a pesar de ser pinareño) está omnipresente, La Siempre Habana preside todos sus sueños, es una dulce obsesión que pienso jamás lo dejará, y es una suerte para nosotros que así sea, porque podremos gozar sus paisajes habaneros que no por inventados dejan de ser sueños muy reales.

Muchas gracias.

ATENTAMENTE, 

FREMEZ.

   

La retrospectiva digital de Luis Miguel Valdés: Del azafrán al lirio, 2002
Por Sandra González

Entre las diferentes opciones que propone la realización en La Habana del IV Salón de Arte Digital organizado por el Centro Cultural Pablo de Torriente Brau, animador sistemático en nuestro país de esta manifestación artística ligada a las nuevas tecnologías, merece destacarse la exposición Retrospectiva 1986-2002 del maestro Luis Miguel Valdés, que hasta finales de julio se mantendrá abierta en la Galería del Cine Charles Chaplin en esta capital.
La obra plástica de Luis Miguel Valdés (Pinar del Río, 1949) se caracteriza por una ejecución vigorosa, alto dominio técnico y el empleo de una línea depurada, que deja a un lado lo anecdótico del tema tratado para centrarse en los aspectos que el artista considera fundamentales. Con una larga carrera como grabador, de la que es prueba inequívoca aquí su ya memorable linóleo de la Catedral de La Habana, ganador de premios en varios certámenes, Luis Miguel ha incursionado con éxito otras manifestaciones artísticas como la escultura, además de la pintura y el dibujo. Graduado de la Escuela Nacional de Arte y del Atelier 17 de S. W. Hayter, en París, Francia, fue profesor titular del Instituto Superior de Arte, ISA, y Jefe de su Departamento de Grabado. Hoy dirige, en Ciudad México, un taller de gráfica fundado por él, La Siempre Habana, donde han trabajado los más importantes creadores cubanos de hoy y artistas plásticos de renombre internacional, como José Luis Cuevas.
Luis Miguel posee además, con un bien ganado prestigio en la creación artística a partir de las nuevas posibilidades que ofrecen, en este convulso mundo nuestro, la computación y la informática. De sus inicios en las técnicas del arte digital, él mismo nos ha contado:
A partir de un primer encuentro en el Instituto Superior Pedagógico de Pinar del Río
a mediados de 1985 y con una computadora que no tenía ni disco duro ni mouse y una
tarjeta CGA de 4 colores, me metí de lleno a ver qué se le podía sacar a ese aparato.
Con las teclas de los números y con aquel maravilloso programa STORYBOARD
hice los primeros gráfico en computadora que realizaba un artista plástico en Cuba.
Fiel a sus orígenes, aquellos primeros intentos culminaron en abril del 1987 con la Primera Exposición de Dibujos por Computadora celebrada en el propio Instituto Superior Pedagógico de su Pinar del Río natal. En empatía orgánica con las imágenes, la muestra se ambientó con piezas de música electroacústica, hecho más que atrevido para la época. Luego le sucedieron allí otras 2 exposiciones más; después el teatro de la Empresa Uneca, en la Capital, fue el lugar escogido para una muestra similar. La reacción no se hizo esperar. Las opiniones fluctuaban entre la incapacidad del artista, la pérdida de su voluntad de trabajo y el snobismo. No se comprendía entonces, y a veces hoy tampoco, que la voluntad y un medio amable no basta para producir la obra de artes, es necesario el talento creador y la mirada particular del artista para saber dejar a un lado lo superfluo y encontrar el verdadero camino hacia la culminación de la obra. Pero Luis Miguel estaba seguro de sí mismo y no perdió ante las críticas negativas su capacidad y deseos de experimentación y así nos relata lo que siguió después:
Llegó un día al ISA la primera computadora y la Vice-rectora en esos tiempos,
Yolanda Wood, tuvo la buena idea de ponerla en mis manos a tiempo completo y me
instalé en un cubículo del cual no salí hasta varios meses después..
Así nacieron dos recordados videoclips, imágenes recreadas a partir de dos conocidas canciones de Pablo Milanés- El poeta eres tú y El breve espacio en que no estás- que participaron en el IX Festival de Cine Latinoamericano, se exhibieron en una pantalla gigante del Pabellón Cuba, por lo que pudieron ser apreciados por miles de espectadores y se estrenaron en La Universidad de Habana conjuntamente con la película Habana de Robert Redford. Aquellas imágenes sorprendieron al público no por sus influencias del Op y el Pop-Art, que desde la década del 60 habían estado en boga en nuestro país, sino porque saltaba a la vista que estaban realizadas de manera diferente, aunque muy pocos imaginaran siquiera que se había empleado una computadora en su producción. De esa época es también el Ché pixelado del cartel de la Oclae y el elaborado para el Taller de Comunicación Visual del ISA, que podemos ahora apreciar aquí.
A partir de ese momento, y como profesor de gráfica por computadora en el ISA, numerosos han sido los trabajos de Luis Miguel utilizando la computadora como herramienta. En el enviado al II Salón de arte Digital organizado por el Centro Cultural Pablo de Torriente Brau, Homenaje a la Habanera, conocido en este caso por millones de cubanos, ya que se empleó para ilustrar la página cultural del Directorio Telefónico de Etecsa 2001, se evidencia la tendencia a la escultura, así como en las obras aquí expuestas La ciudad de las Columnas, Homenaje a Alejo Carpentier, Los sueños de mi amigo II, Espejo negro y Una rosa pintada de azul, donde además del juego de texturas y espacios que conviven en un todo armónico se pone de manifiesto la inminencia de la computadora en las posibilidades corpóreas de estas piezas. Este interés del artista por la escultura, ya presente en el grabado Las tres columnas, que aquí se exhibe, se evidencia ya claramente en su participación, con gran éxito, en el I Simposio Internacional de Esculturas en Placas de Acero, en México, para el que realizara en 1993, El Puente de la Morena, de la que podemos apreciar una breve representación de los distintos estados de su concepción artística hasta la pieza terminada. En efecto, sobre el empleo de la computación en su obra escultórica ha dicho Luis Miguel:
En la escultura he empleado múltiples programas de tres dimensiones para hacer mis
maquetas que pueden verse con la textura final, puedo animarlas para verlas desde
todos los ángulos y hasta puedo tener los dibujos de las piezas a escala para realizar los
cortes en el metal.
Otros interesantes trabajos pueden apreciarse en este verdadero viaje en el tiempo, pues para acompañarlo, Luis Miguel invitó a diversos compañeros de aventuras en avatares digitales. Así podemos deleitarnos con un fascinante estudio de una obra, descompuesta en sus elementos hasta llegar al todo final, del artista Gilberto Frómeta donde, como en otras obras suyas, el caballo ocupa el centro del interés ya sea real, con toda su fuerza viril, o el tierno caballito de madera del carrusel infantil que todos acariciamos alguna vez. También podemos apreciar trabajos iniciales con computadora de José Gómez Fresquet, Frémez, destacado diseñador gráfico que ha incursionado en todas las técnicas de grabado buscando siempre la incorporación de las tecnologías de avanzada a las artes plásticas. En sus obras los distintos elementos de la existencia conviven en un única realidad plástica, donde lo grotesco sirve para hacernos reflexionar sobre el mundo que nos circunda y sobre nosotros mismos. Ernesto García Peña, Agustín Bejerano, y Aziyade Ruiz cuya obra preciosista recuerda El Beso de Klint, representan otra manera de mirar igualmente válida.
La muestra se completa obras de Enrique Martínez, discípulo de Luis Miguel, quien junto a Angel Torroella fueron los primeros en diplomarse con un trabajo sobre arte digital. Relevantes resultan también los con recortes de prensa de la época que guían a los espectadores y nutren las sensaciones sugestivas de elementos racionales, imprescindibles en este caso para una mejor comprensión.
Luis Miguel, ya un poco de regreso de lo que para muchos resulta novedoso, reclama que el arte digital sea despojado de su adjetivo y se inscriba como ARTE, a secas, en el universo de la plástica contemporánea. Con esta actitud, el joven maestro desmixtifica el uso de la computadora, sitúa claramente sus alcances como nueva herramienta y nos recuerda que el artista verdadero no necesita de complicados artilugios, sino que le basta para crear un elemento que le es consustancial y, por ello mismo nada común: el talento.

   

REVISTA ARTE & ARTES año 6 num 21 verano 2004.
LUIS MIGUEL VALDÉS

IMÁGENES QUE CUENTAN HISTORIAS

La pintura de Luis Miguel Valdés es un homenaje a la arquitectura colonial de la primera gran ciudad que vería América, multiplicación de “retratos” de formas arquitectónicas que humanizadas en la mente de un artista se hacen cómplices de la expresión plástica que lleva impresa su personalidad.
Cuba, el sabor de su cultura, las estructuras de piedra; la fortaleza de el Morro, su catedral, el malecón, sus viejas calles, la Giraldilla y el mar, todo vive en las pinturas y el arte gráfico de Valdés, sus obras son historias, relatos en los que aparecen sus amigos transformados en pájaros, los amores, la tentación que se asoma a una ventana y el deseo, todos los deseos de artista con la inaplazable sed de compartir, de enseñar al mundo lo que se cuenta en sus dibujos, en sus acrílicos y en el óleo, sintaxis de formas y colores donde se encuentran los días pasados con un lenguaje figurativo, a veces surrealista o con pinceladas abstractas que logran una simbolización.

Pintura mestiza que refleja un pasado español y un arraigo a la tierra, pero se enreda con la expresión vanguardista que refleja vivencias, estallando en colores que rodean a las piedras; la reiterada piedra, elementos que se adivinan esenciales en su pintura. <La Habana es mujer>, dice el maestro y la imagen femenina se materializa en el lienzo como una diosa de piedra que representa su ciudad; es la concreción expresiva de un lugar que lo vio emerger como hombre y artista y lo marcó para siempre en las formas que plasma y que llevan como agregado el sentido poético que ha puesto en cada uno de su lienzos; así las historias visuales se completan con la magia de la palabra: “ Vista dela ciudad de la Habana desde la Fortaleza del Morro”, “De cómo Magdalena se dirigía inversamente proporcional al sentido del tiempo”, “Abrazo azul”, títulos que son el contexto mismo de las obras, un juego visual y de términos que abarcan los sentidos, con la elocuencia y la simplicidad que le dejaron los momentos que él rescató para su recuerdo y para el deleite de quienes nos asomamos a sus relatos de colores, de líneas y de formas: “ De mi ventana se ve la Gitana Tropical” o “ Proverbio Chino: malicón en el malecón”, para que no falte ningún personaje y la estampa del paseo habanero se complete.

Y las historias también pueden ser solemnes cuando brinda homenaje a los que participaron de su construcción como artista, dirigiendo el camino de artista estructurando lo que sólo era pasión, recuerdos que se hacen cuadros e integran a las imágenes palabras, para completar el concepto y nominar así la gratitud plasmada en cuadro: “ Homenaje a Baez, Rigol, Carmelo, Contino, Posse, etc.” Donde aparecen las manos de los grandes maestros cubanos de la plástica y la gráfica, los que abrieron al artista las puertas de lo que hoy significa su ejercicio de experto en el arte gráfico.

La vida artística de Luis Miguel Valdés ha estado marcada por un ritmo que va de los grabados a la pintura y viceversa así como la incursión reciente a una forma escultural sellada con un especial toque que revela la presencia que ha dejado México en su expresión y que puede combinar incluso con elementos de cultura ancestral que se integran a ella, como el copal, o el agua integrada al concepto escultórico.

Y no se niega a la vanguardia de la técnica; integrando lo que una computadora puede aportar al arte; la digitalización, logrando formas nuevas, experiencia que empezó en la Habana con un viejo ordenador y se convirtieron en las imágenes que acompañarían la representación de otras artes haciendo presencia en el Festival de Cine de la Habana.

Esas son las experiencias que han llevado a Luis Miguel Valdés por el mundo, alimentando sus percepciones de artista y como él lo refiere <del azafrán al lirio>, en una forma propia de evocación que fue motivo de exposición y que ha sido la que rige su vida de artista, de lo primitivo a lo excelso, sin que uno sea menos importante que el otro, es la conformación de un hombre que ve el mundo desde la óptica de esteta y artista en los recursos de la técnica, de la belleza que se adereza con el sentimiento y en la que hace reverencia de lo esencial, igual que plasma los desnudos explícitos de sus deseos o cuenta historias en blanco, en negro y en colores, nosotros lo dejamos en los últimos detalles de la imagen que será su representación visual con la que contendrá en la Bienal Rufino Tamayo en Oaxaca y bien que tiene con que confrontar su arte y su técnica en ese importante certamen, creando un par de monumentales piezas gráficas que harán historia.

Hoy Luis Miguel Valdés es de esta ciudad, es de México de igual manera y en la misma proporción que México se ha hecho parte suya. Cuando se le pregunta ¿ Qué le ha dejado México? , la mirada se va al cielo y responde con un pleno ¡Todo!, en el que se adivina que este < todo>, es la continuidad de otros <todos> y otros momentos que tienen la misma importancia y que en conjunción han hecho a Luis Miguel Valdés un artista plástico de trascendencia global. 

   

Decantando. Luis Miguel Valdés
Los arcos, bóvedas, columnas y capiteles de la memoria
Rafael Alfonso Pérez y Pérez

"Casas de sólida traza, un tanto toscas en su aspecto exterior, como la que se encuentra frente a frente a la catedral de La Habana, pareció la columna cosa de refinamiento íntimo, destinada a sostener las arcadas de soportales interiores." (La ciudad de las columnas)
Alejo Carpentier

Para poder entender la evolución de la obra de Luis Miguel Valdés, valdría la pena convocar a la escritora, también cubana, Zoé Valdés, quien a ha escrito que “la identidad es una cicatriz de nacimiento”; en este sentido, la obra de Luis Miguel está estrechamente ligada a los parajes de su juventud, sin que ello signifique un anclaje a soluciones formales y conceptuales.

Alejo Carpentier señala en el libro La ciudad de las columnas, que algunos de los elementos del espíritu barroco americano u original, están instalados en la puerta de un universo sincrético, maravilloso y real, donde se mezcla, superpone y confunde, lo sensual con la memoria y sus imágenes, lo que permite dar paso a la configuración de un espacio mítico. Por lo que, al igual que Carpentier, Luis Miguel Valdés está marcado por el recuerdo visual de un columnario repleto de significación y presencia, unicidad y relación, orden y caos, y que se encuentra cercano en su recuerdo y a la vez distante en el tiempo.

Desde mediados del siglo XVII hasta nuestros días, artistas como Eugéne Deshayes, Max Ernst, Maerten van Valckenborch, Olivo Barbieri, Mario Sironi, Paul Delvaux, han pintado la arquitectura, pero no como se imaginan que ha sido, sino como la sueñan que esta fuera, sublimada en cierta medida por la nostalgia, por lo que la recreación de la imagen prevalece sobre la precisión histórica.

En este sentido, las imágenes parecen instalarse dentro de la fantasía y la visibilidad que representa la apariencia real, ligadas mediante una turbulenta afinidad; sin embargo, estas experiencias no privilegian la autoridad de la representación fiel, la basada en la mirada o en la autoridad de la óptica, de lo idéntico. El objeto representado puede ser leído no únicamente (pero sí fácilmente) como un registro de la mirada, de la interpretación de lo visible.

Las obras que comprende la muestra Decantando, pueden agruparse en tres apartados o núcleos temáticos en los que conviven diferentes momentos, los cuales invitan al espectador a crear racionalmente su propio itinerario: la figura femenina, la arquitectura propiamente dicha, y el tercero lo comprenden una serie de pinturas y grabados caracterizados por una síntesis del los elementos arquitectónicos. En cada uno de los ámbitos destacan distintos rasgos; sin embargo éstos comparten la característica de integrar iconográficamente en todo momento elementos derivados la arquitectura (cantera) imaginaria, o en ocasiones real representada de forma fantástica, una síntesis de los espacios geométricos a partir de las trazas de las canteras de los arcos de medio punto de la Plaza de la Catedral de la Habana, espacios ambiguos e intransitables, en una articulación permanente entre grafía, percepción y realidad. El erotismo es condición y atributo específico en su obra, mediante el desplazamiento de la imaginación a partir del tratamiento a lo sexual en ocasiones explicito en otras implícito.

El asegurar Luis Miguel su cercanía a la obra de Valerio Adami (Bolonia, Italia, 17 marzo de 1935) puede parecer algo extraño; sin embargo esta influencia se hace evidente en la forma en que logra condensar y fragmentar las imágenes y en la línea del contorno y superficies planas presentándolas de forma esquemática. Sin embargo también es posible ver la influencia de Francis Bacon (Dublín, Irlanda, 1909 - Madrid, España, 1992) en la gestualidad expresiva de los trazos sobre la superficie, lo que genera una sensación de movimiento continuo de la imagen.

Sin embargo vale la pena interrogarnos sobre las posibles consecuencias de su pintura con relación a la deconstrucción de la forma, en la que establece cierta síntesis entre arquitectura y el concepto, y por el cual logra superar las limitaciones convencionales para establecer un nuevo pensamiento arquitectónico, entendido éste como la representación ideal de una forma para constituir la materialización de una nostalgia representada por elementos preexistentes; concebida como una metáfora y en consecuencia, la necesidad de materialización del pensamiento.

El decantar, tiene una doble acepción metafórica: la matérica, vinculada a la piedra de cantera de la cual toma sus elementos iconográficos, y la decantación o depuración de su lenguaje hacia momentos distintos en una evolución continua de la propia obra.

Si el lenguaje de Luis Miguel Valdés sugiere una espacialización (cierta disposición de un lugar no existente) derivada del intento de liberarse de las oposiciones impuestas por la realidad, entonces es posible compararlo con una metáfora arquitectónica, forma de colonización o la apertura de un camino; una vía no a crearse sino a descubrirse.

   

Andrea Guerrero, 2006

Galería La Siempre Habana tiene el honor de presentar “Decantando” de Luis Miguel Valdés. La exposición muestra la decantación que el artista ha experimentado a lo largo de sus creaciones apuntando siempre a representar una arquitectura sensual y dinámica. Principalmente el autor utiliza el grabado para plantear sus premisas conceptuales pues, de acuerdo con él, son muchas y muy ricas las posibilidades que las técnicas de la estampa ofrecen. Así, la exposición, entre algunos óleos, presenta aguafuertes, serigrafías, arte digital, y otras técnicas de la gráfica.

En una primera etapa, “Decantando” muestra grabados en los que Luis Miguel Valdés representa construcciones coloniales. Las líneas ondulantes, orgánicas y los contornos sinuosos toman presencia. Más adelante, el artista se queda únicamente con columnas, torres y arcos que, aislados de su edificio original, envuelven al hombre, se entrelazan con él, o bien, toman la forma de un cuerpo femenino. Finalmente en una tercera fase, las obras se concentran en un solo elemento: el arco de medio punto.

El proceso de decantación es evidente. En sus últimas producciones, Luis Miguel Valdés se dirige a un único objeto arquitectónico eliminándolo de todo contexto. Así, logra condensar, en un solo elemento, la curva, la fluidez, el color, el volumen, la textura y el espacio. La manera en que el autor trabaja estas creaciones de su tercera etapa, va de acuerdo con la ecuación propuesta por Mies van der Rohe: “less is more (menos es más)”. Aquí, el minimalismo se hace presente, pues el objeto adquiere gran peso y presencia por si mismo. Con los mínimos elementos Luis Miguel Valdés consigue una sorprendente claridad estructural.

A lo largo de su recorrido, “Decantando” entrega una visión dinámica y sensual hacia la arquitectura, pues el artista la considera como una entidad viva que coexiste con el hombre. Los individuos convivimos a diario con arcos, muros y columnas. Quizás sin darnos cuenta, mantenemos una relación de sensualidad con estos elementos, pues ante nosotros se presentan colores, texturas, volúmenes y espacios. Luis Miguel Valdés nos lleva por una decantación, en cuyo sedimento se queda un objeto ante el cual lo único que podemos hacer es gozar de sus valores formales.

   

 

“Ctrl-Alt-Del: Borrón y Cuenta Nueva”, by Andrea Guerrero, 2006.

En esta ocasión el artista Luis Miguel Valdés presenta especialmente para el VIII Salón de Arte Digital 2006 de La Habana, el proyecto “Ctrl-Alt-Del: Borrón y Cuenta Nueva”.

La obra consiste en doce impresiones de gran formato hechas sobre lona plastificada. Cada una de ellas tiene representada uno de los doce caracteres que conforman el comando Ctrl-Atl-Del. Como fondo de éstas aparecen imágenes de La Habana (paisajes, edificios y personajes), reproducciones que Valdés originalmente realizó en grabado tradicional o pintura, y fotografías referentes a los inicios de la computación. El sello personal del artista queda determinado por la presencia de dovelas: cada una de las piedras que conforman el arco de medio punto de la arquitectura colonial que Luis Miguel ha adoptado y adaptado y que ahora son los elementos que lo distinguen. La idea es colocar cada una de las impresiones en doce lugares diferentes donde se lleven a cabo eventos del Salón de Arte Digital, y ubicar una impresión de la obra completa en la sede, es decir, en el Centro Pablo.

Intervención del paisaje urbano es el concepto que define este proyecto. Como toda expresión artística de este tipo, la intención es sorprender al espectador con una obra que sobresale del paisaje al que está acostumbrado. Con ello el artista logra que su público se cuestione el porqué de la pieza en ese sitio. Luis Miguel Valdés no da la respuesta inmediatamente; tal parece que le deja tiempo al visitante para que trate de resolver esta duda. El entendimiento completo de la obra no se consigue hasta después de ver las impresiones unidas en la sede. Así, en primer lugar se genera una interrogante y luego se muestra la concepción total del proyecto, abriendo paso a la reflexión.

Ctrl-Alt-Del nace a principios de los ochenta a manera de mecanismo que permitiese el reinicio de la computadora sin tener que seguir todo ese largo proceso de apagar la máquina, esperar unos segundos a que reposara, volver a encenderla y darle tiempo a las rutinas de autocomprobación de la PC. En las actuales versiones de Windows 2000 y XP el comando ofrece un panel de opciones: administrador de tareas, cerrar sesión, apagar o verificar los procesos, el rendimiento y funciones de red.

Esta combinación de tres teclas inventada por quien formara parte del equipo de IBM, el ingeniero David J. Bradley, se ha convertido hoy día en un icono cultural de gran significación a nivel internacional. Ctrl-Alt-Del ha rebasado los límites de la computación para formar parte de un lenguaje universal que hace referencia a acciones como deshacer, borrar, eliminar, apagar o reiniciar. Así, a partir de un código tecnológico que hace homenaje al arte digital, Luis Miguel Valdés abre espacio a las siguientes cuestiones:

1. La manera en que la tecnología ha envuelto a la contemporaneidad, para que algunos términos de la computación sean entendidos por una gran mayoría y se hayan convertido en parte de la vida diaria.

2. La finitud de las cosas. En el momento en que el artista presenta sus impresiones en lugares públicos, ya sea en árboles, balcones, fuentes, bancas o en el piso, da a entender que en el futuro cada uno de esos objetos dejará de existir. En otras palabras, es ponerle a cada elemento cotidiano una especie de etiqueta que conduce hacia la finitud. Lo efímero se hace evidente con la marca del Ctrl-Alt-Del.

3. Las imágenes de fondo poseen también su significado al asentar que la historia y los personajes cubanos, así como los trabajos que el propio artista ha realizado, son temas que quedarán en el pasado. Luis Miguel Valdés propone ver hacia adelante y reiniciar con creaciones y discursos nuevos. Como el título lo dice se trata de "borrón y cuenta nueva"

   

Luis Miguel Valdés ya no es un bicho raro

Los estudiosos de la historia del arte digital en Cuba (que por cierto no son muchos) coinciden en afirmar que uno de los pioneros de la manifestación en la Isla es Luis Miguel Valdés, un creador que se ha mantenido participando con sistematicidad en las distintas ediciones de los Salones y Coloquios Internacionales de la especialidad que desde hace ocho años auspicia y convoca el Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau.

Luis Miguel comparte su vida entre México y La Habana y, según ha dado a conocer el comité organizador del VIII Salón a comenzar el 19 de junio venidero, el inquieto artista participará con una suerte de ponencia y también con un producto instalativo (por llamarlo de alguna manera).

¿Cómo surge la idea del proyecto CTRL-ALT-DEL (Homenaje a David J. Bradley)

Es una mezcla de muchas cosas. Hace un mes inauguré en mi galería aquí en México una exposición personal que titulé DECANTANDO. En ella mostraba obras de hace 30 años como referencia del camino que recorre un artista y como va puliendo su lenguaje hasta ir decantando los elementos expresivos y todos los aspectos que definen su obra a través del tiempo. Se van afinando los objetivos y quitando la cáscara para llegar a la síntesis de lo que uno realmente quiere.

¿Qué tiene de novedoso este proyecto?

Eso no lo sé y no me preocupa, por aquello de las coincidencias entre artistas. A lo mejor alguien en otra parte se está planteando cosas similares y uno se entera después. A mi lo que me interesa es remarcar un concepto que tuvo un inicio muy concreto y que hoy se aplica a muchos aspectos que no tienen que ver directamente con su origen. Tiene también la intención de eliminar las fronteras establecidas entre “el arte” y “el arte digital”. Cuando participé en el Salón Digital de 2003 dije en el coloquio de aquel año que lo que más me interesaba era que llegara el momento en que se le pudiera quitar el apellido al evento y fuera un evento de arte y que el medio no lo definiera.

¿Bajo qué criterios aparece la ciudad de La Habana en CTRL-ALT-DEL?

Cualquiera que conozca mi obra y me conozca a mi, entenderá por qué aparece La Habana en cada paso que doy (a pesar de haber nacido en Pinar del Río). Desde el año 1975, cuando hice el grabado en linóleo de La Catedral de La Habana (multipremiado en ese año y expuesto en numerosas exposiciones nacionales e internacionales, colección del Museo Nacional), la arquitectura colonial cubana es una constante en mi obra.

En 1977 me solicitó la Dra. Martha Arjona una carpeta de grabados para la Oficina Regional de la UNESCO que titulé LA SIEMPRE HABANA. Dicha carpeta tenía 5 grabados y tenía un sello que hice especialmente para esa carpeta y hoy es el logotipo de mi taller de grabado en México que se llama LA SIEMPRE HABANA. Es parte de mi vida cada rincón de Mi ciudad.

De varias maneras usted ha participado en ediciones anteriores de los Salones y Coloquios Internacionales de Arte Digitral. Lo recuerdo reflexionando en los coloquios y también su exposicion personal Del azafrán al lirio en el ICAIC. ¿Qué importancia le concede a este tipo de evento?.

Yo creo que el trabajo que realiza el Centro Pablo de la Torriente Brau y en especial su director Víctor Casaus, es uno de los sucesos más importantes de la plástica cubana de los últimos años. Es normal y siempre lo ha sido, hacer salones de Artes Plásticas, concursos, encuentros de todo tipo, salones por especialidades, hasta la Bienal de La Habana. Sin embargo el Centro y Víctor se la jugaron hace ocho años cuando todavía los prejuicios sobre el arte digital eran la orden del día.

Cuando yo comencé a trabajar en la computadora en el ISA en 1986, era un bicho raro y los que se decían artistas de vanguardia en ese entonces (léase Rubén Torres Llorca, Arturo Cuenca, etc.) cuestionaban los resultados que estábamos obteniendo en el Laboratorio de Gráfica por Computadora (que así se llamaba) en el ISA. Incluso críticos de arte como Gerardo Mosquera y Alejandro G. Alonso ignoraban lo que se hacía en ese medio entonces, seguramente porque mi casi pertenencia a la generación del 70 y además el estigma de ser grabador les hacía pensar que era imposible que alguien de esa generación estuviera trabajando en un nuevo medio que vendría a revolucionar las artes plásticas.

Cuando el arte digital pierda su apellido, cosa que espero suceda pronto, al Centro Pablo y a Víctor Casaus, habrá que reconocerle el valor de haber enfrentado una tarea titánica en desbrozar el camino para las nuevas formas expresivas. Sólo hay que pensar cómo se habrían recibido en Cuba todas las obras que se presentaron en la Novena Bienal de La Habana con las nuevas tecnologías, sino existiera el antecedente de 7 salones de arte digital.

Estrella Díaz
VIII SALÓN DE ARTE DIGITAL
Centro Pablo de la Torriente Brau
La Habana, Cuba - junio 2006

   

Refrescando a Luis Miguel

Cuando ni soñábamos con hablar de arte digital en nuestro país y las computadoras eran un sueño remoto, estaba Luis Miguel Valdés, como un demiurgo, creando posibilidades artísticas a partir de las nacientes tecnologías de la información. Cuando el Centro Pablo y su entusiasta promotor, el poeta y cineasta Víctor Casaus, tomaron en serio potenciar en Cuba esta expresión artística, muchos recordaron que Luis Miguel Valdés —y Frémez, siempre adelante— habían sido precursores.

No cae del cielo entonces que en este VIII Salón de Arte Digital, Luis Miguel sea uno de los ángeles tutelares de las buenas nuevas, con la expansión de su proyecto CTRL-ALT-DEL, código que en el teclado se concibió desde un principio para refrescar la memoria.

Quien pase por estos días por las locaciones donde tiene lugar el evento, advertirá señales del paso del artista. Son señales fragmentadas, mas no por ello desestimulantes: LMV desgaja los signos de su identidad visual, las huellas arquitectónicas de la ciudad, la cohabitación entre lo vernáculo y su superación. Habrá que ir al propio Centro Pablo para apreciar cómo ese rompecabezas cobra sentido en una propuesta que apunta en una primera lectura hacia la conflictividad entre arte y tecnología y, en una segunda, hacia algo mucho más trascendente: para decirlo en términos lezamianos, la articulación entre imagen y posibilidad.

LMV vive a caballo entre México y La Habana. Es uno de los mayores animadores en nuestro medio de las relaciones entre la tradición y la innovación gráfica. No se deja engatusar por los artilugios tecnológicos, sino trabaja por hacer del medio (esa tecnología) una herramienta, nunca un fin.

Su presencia en el Salón debe ser entendida como una lección de arte. De arte a secas, sea digital o no. De arte para disfrutar con independencia del soporte y los instrumentos. Eso es arte.

Virginia Alberdi Benítez
VIII SALÓN DE ARTE DIGITAL
Centro Pablo de la Torriente Brau
La Habana, Cuba - junio 2006 

   

"Luis Miguel Valdés: La pintura es la vida", por Hortensia Montero, 2016.

En su amplio repertorio visual se establece un engarce importante de su obra con aquellos elementos de su tierra natal, asociados a referencias de la historia del arte, apreciables desde los inicios de su producción artística. Su discurso visual denota un apego mantenido a sus esencias, tanto en las escenas recreadas de la cosmogonía insular, como cuando asume obras universales como referencia. Muchos de los recursos utilizados en su poética, ya sea pintura, dibujo, grabado o escultura, traslucen sus vivencias desde los quince años en La Habana, cuando ingresó en la Escuela Nacional de Arte (ENA).

Tras su arribo a México en 1991, asumió en su discurso los volcanes y la catedral mexicana, entre otros temas recurrentes y universales, y se apropió de la recreación del entorno asumido desde metáforas. Su amplio diapasón de intereses creativos se centra en la apropiación del arte internacional asumido con su estilo particular de connotaciones simbólicas. En su obra se delata la huella de la cultura cubana en los títulos, el gracejo y la aprehensión de referentes nacionales. Lo mismo concibe una recreación de El nacimiento de la primavera en la cual incorpora el Real Castillo del Morro de La Habana; que realiza tres apropiaciones de paisaje -en los cuales hace referencia a Bacon-, o concibe una versión de La venus del espejo -realizada en pintura sobre papel- de encomiable factura; un Homenaje a Lichtenstein, incorporándole elementos propios; ejecuta una serie dedicada a los toros, como un homenaje a Dominguín; o realiza un espectacular dibujo en talla sobre madera, de 120 x 175 centímetros de dimensiones, sobre una versión del malecón habanero -realzado con acuarela- cuya impresión resultó ser una fascinante imagen. Ese taco revela las habilidades artísticas y técnicas del artista. En el 2015, participó con ese grabado en la Bienal de Gráfica de Guanlan, en China y la espectacular obra ha sido seleccionada para formar parte de la Colección permanente del China Printmaking Museum.

Su universo sugestivo y atrayente ofrece una impresión grata en los espectadores por el atractivo de su impronta, resuelta con la línea visible y cambiante de su dibujo, reforzado por ese afán de reinventarse cada vez, que se aprecia en su discurso; así como por los sugerentes y jocosos títulos de sus composiciones. Su discurso visual se distingue por el juego de palabras en los títulos, la utilización del blanco, como línea que demarca los espacios; la soltura de los trazos, la mezcla del color negro, que bordea las figuras; las líneas inconexas, que aparecen en la abstracción; así como las manchas azules, con el reborde en blanco, que realza una escena de abundante colorido.

Asume una figuración caracterizada por líneas visibles, negras, pequeñas, cambiantes, apoyado en la versatilidad de un estilo que aprovecha el trazo lineal y el regodeo de la impresión de su caligrafía junto al ritmo y movimiento de la composición, reforzado por el título que distingue cada obra. En su amplio repertorio artístico se caracteriza por tener una representación visual muy cambiante, que puede ser maciza, versátil, lineal, o remitirnos al trazo de su caligrafía, apropiada para crear contornos y siluetas en el soporte. Se expresa con soltura en los trazos y en el colorido de cada exponente. Para este artista, la vida es un juego constante y se regocija de vivir jugando a ser feliz para sentirse realizado.

Asume las más diversas técnicas y soportes. Posee un excelente dominio de control y descontrol en su ejercicio creativo, tanto en pintura como en grabado. Con tesón y talento, asume diversos materiales y se desempeña con destreza en un amplio espectro de técnicas mixtas sobre tela, papel, metal o madera, grabado en linóleo o madera, collage, así como en óleo, acuarela, collage, tinta sobre tela o papel. Hace uso del grafismo y de textos con su caligrafía. Despliega una amplia creatividad cuando reutiliza los materiales para recomponer las imágenes, marcadas por esa veta poética que caracteriza su producción. Sus intereses plásticos están centrados en reinventarse en cada composición, en la que asume la pluralidad de intereses y temas, dado por su necesidad vital de expresarse.

El humor está presente en sus realizaciones porque es parte de su vida. Se hace especialmente patente en cuatro autorretratos resueltos en la obra No hago otra cosa que pensar en mí, en la cual se advierte la diversidad de sentidos de su producción artística realizada con diversas técnicas y estilos.

Su placer por la pintura lo llevó a realizar un mural con creyón sobre tela, de 3 x 10 metros, titulado Sinfonía La Siempre Habana, inspirado en la Plaza de la Catedral, esa novia que siempre lo espera. Realizado entre septiembre y noviembre de 2016, en largas jornadas de trabajo –transmitidas, parcialmente, con los sucesivos videos subidos a Facebook, lo cual generó una tensión atractiva, divertida y cómplice con la comunidad que sigue su trabajo- demostró fehacientemente que cuando comienza a pintar, disfruta. Esta monumental hazaña marcó el sello de su visualidad y la inconfundible poesía de su estilo, al imprimirle movimiento, fuerza y dinamismo a la composición.

Esta experiencia demostró ampliamente sus posibilidades para el abordaje de un soporte de amplias dimensiones -realizado en sucesivas jornadas de duro trabajo- resuelto con la ligereza del trazo y la maestría necesaria para asumir semejante reto. Diversidad, ejercicio físico, tesón, oficio y contrapunteo son las coordenadas que marcaron esta experiencia. La obra se destaca por la coherencia narrativa característica de su visualidad y el poder sugestivo de la imagen recreada, que tiene el poder de seducir y quedarse en el imaginario de la conciencia individual y colectiva.

Luis Miguel disfruta el intercambio que se establece con una gubia o una herramienta eléctrica, sacándole astillas al soporte de madera para crear un desnivel en la superficie, que se va a imprimir posteriormente, pero expresa: “Una de las acciones que más disfruto es la pintura porque se establece una relación de violencia sobre la tela, aunque también te demores mucho en hacer una línea que quieres que te quede lo más limpia posible."